Un Grito de Angustia 19/12/12


Cuando entregamos nuestra vida a Jesús, nos sentimos sumamente agradecidos por el amor y la misericordia que derramó sobre nosotros, buscamos diferentes maneras de alegrar Su corazón, empezamos a caminar con rectitud  o al menos lo intentamos, hacemos miles de hazañas para presentarnos ante él y complacerle, pero cuando pensamos que hemos conseguido gracia por nuestras acciones y estamos convencidos de nuestro progreso, es en ese momento que recapitulamos en nuestro avance y nos damos cuenta que de uno u otra manera hemos dado pasos hacia atrás.  Vuelve la incertidumbre y nos preguntamos ¿Debería orar más?, ¿Debería hablar más de ti? ¿Qué quieres que haga Señor? ¿Puedo darte algo más?  Entonces Dios nos responde como lo hizo a Israel: "Yo no quiero ninguno de tus sacrificios o buenas obras. Yo sólo reconozco la obra de mi hijo quien me deleita y me complace. A ti elegí desde antes de la fundación del mundo para que fueses la esposa de mi hijo. Yo te he conquistado y llamado con lazos de amor y te he convencido, y a través de mi Espíritu te traje a Él. ¡Yo no puedo odiar a mi propio cuerpo!"

0 comentarios:

Publicar un comentario