Sufrimos y nos quebrantamos ante la ola de violencia que inunda nuestro territorio en todo su contexto.
Gritos de reclamos vivimos día a día en medio de marchas pacificas que conmueven el más duro corazón, “no al secuestro” “No a la violencia” “No al narcotráfico”.
Nos unimos al dolor de muchas familias destruidas a causa de este fatal cáncer que carcome poco a poco nuestra sociedad.
Nuestros ser patriótico derrama lágrimas reclamando justicia.
Que poético e inspirador relato…!
Dejemos de fingir…
Si realmente nos inquieta el estado de degradación de valores de nuestro país y la violación de nuestros derechos como ciudadanos por qué permitimos ser alimentados diariamente de series violentas de televisión que dan alargue de constituirse orgullo nacional sabiendo el daño irreversible que este causa en el núcleo de la sociedad, la familia.
Por qué fingir tanta preocupación y dolor si las mismos medios de comunicación, autoridades civiles, gubernamentales y eclesiásticas permiten la realización de denigrantes producciones como “el capo”, “rosario tijeras”, “el cartel de los sapos”, entre otros…
Cuál es la finalidad e insistencia de mostrar compasión nacional si cada día somos partícipes del elevado rating de estas series que se han convertido en dardos de fuego de autores, libretistas y productoras de televisión involucrados en tan deliberado crimen.
Hora tras horas esta generación es preñada con principios de violencia y decepción dando a luz una generación raquítica llena de raíces de amargura, desasosiego y dolor.
Un último suspiro…
El contraste de principios y antivalores que rodea nuestra sociedad no deja otra cosa que pensar que es tiempo de actuar y levantar muros que hagan contraposición a este rio de frialdad e incredulidad.
Es tiempo de establecer los verdaderos preceptos que conllevan a la libertad y la dignidad.
¡Sacúdete…!
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